Pertenezco a una de esas familias en las que la violencia intrafamiliar ha pasado de generación en generación. He convivido con el maltrato de forma directa o indirecta desde tiempos que no puedo ni recordar. Mis hermanos también fueron maltratados, igual que mis padres y algunos de mis abuelos. Lo mismo ocurrió con algunos tíos y primos. Soy, sin embargo, una persona normal. Quiero decir que tengo una vida que está muy lejos de todo eso desde hace años. Tengo un trabajo, tengo amigos, tengo pareja, viajo, voy al cine, hago lo que cualquier persona “normal” hace. Creo que no he maltratado a nadie en mi vida, aunque algunas veces he tenido comportamientos que han hecho daño a otros o me han hecho daño a mí.
Escribo por tanto desde la experiencia pero también desde la indignación hacia una sociedad que oculta lo que no sabe cómo afrontar. En mis recuerdos no solo hay golpes, desprecio y malas palabras, también aparece el silencio de los vecinos, la ignorancia de los profesores y los médicos y la complicidad de algunos miembros de la familia.
Siendo cierto todo lo anterior, lo que realmente me impulsa a crear este blog es la conciencia de saber que es posible recuperar la vida y la dignidad. Los adolescentes o adultos que sufrieron maltrato pueden aprender a mirar su infancia de otra manera para entender lo que les ocurrió y a partir de esa conciencia emprender un nuevo camino que les lleve a dejar de sentirse víctimas y saberse supervivientes de un conflicto terrible, quizá el más terrible que alguien pueda sufrir.
