Interiorizar la voz del maltratador

Los niños maltratados no solo han interiorizado la angustia y el miedo que les provoca el rechazo o la falta de afecto. También guardan dentro de sí la voz de sus maltratadores. Esa voz que los acusa o insulta, la que los hace callar y doblegarse, la voz que los manipula.

Los maltratadores utilizan la palabra, los gestos y los actos para controlar a las personas que maltratan. Controlan y manipulan a través del miedo y después, las personas que han sido maltratadas, especialmente si esto ha ocurrido en la infancia, siguen ejerciendo ese mismo control consigo mismas, es decir, interiorizan a un “pequeño” maltratador que convive con el niño asustado e indefenso. Un “pequeño” maltratador que sigue asustándolo, que le dice lo que no es capaz de hacer, que lo infravalora y le impide crecer incluso cuando se ha alejado de su maltratador real.

Es difícil luchar contra esto porque está dentro de uno mismo y aparece sin que te des cuenta. El simple hecho de ser consciente de ello es ya un primer paso para intentar controlar esas frases que se sienten como auténticas y que van acompañadas de emociones muy fuertes que solo sirven para paralizar y confundir. Confundir, en primer lugar, y alterar la realidad que se vive en ese momento sustituyéndola por lo vivido en el pasado. Paralizar después al no querer revivir el dolor, el sufrimiento, la angustia o el rechazo. O incluso atacar y destruir aquello que recuerda lo vivido con anterioridad.

Estas frases que mandan a la vida, que impiden tener una imagen real de uno mismo, que alteran la idea que tenemos sobre los demás, van dirigidas directamente a minar la autoestima, la conciencia de la valía personal y del respeto que cada uno merece. En definitiva impiden actuar con libertad y perpetúan el maltrato que se sufrió en la infancia.

La próxima vez que quieras hacer algo y “oigas” esas voces o sientas lo que esas voces dicen, párate a pensar de dónde vienen. Sitúalas en el lugar que realmente ocupan porque probablemente no tengan mucho que ver con tu situación actual y sí con otras épocas y otras personas. Tú ya no eres un niño o niña maltratado, no tienes que responder a esas voces. Intenta enfrentarte a ellas y sustituirlas por las que debiste oír en su momento.

Los niños que han recibido cuidados, comprensión y afecto han incorporado a su vida voces que les ayudan en los momentos difíciles, frases que reafirman su autoestima y que no cuestionan su valía. Cuando somos adultos podemos reformular esas voces interiores, aunque no sea muy fácil y lleve algo de tiempo. No se trata solo de cambiar unas palabras por otras. Lo más difícil es sustituir las emociones que acompañan a esas palabras. Para eso es importante saberse superviviente del maltrato, ser consciente de la propia valía y haber tenido ciertas experiencias de éxito a las que poder recurrir.

 

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